viernes, 22 de abril de 2016

Publicidad y educación


Fernando García

Publicidad y Educación son conceptos que, aparentemente, pierden sentido unidos, no confluyen. Respectivamente, el primero de ellos pertenece al mundo de las nuevas tecnologías, siendo un recurso moderno, en cambio, la educación se plantea como tradición y costumbrismo.
Los estereotipos creados por la sociedad a lo largo de la historia sitúan a la publicidad en un lugar donde se carece de fundamentos, valores. La planteamos a modo de distracción, de tiempos pasajeros entre los programas que nos gustan o las series que seguimos. En cambio, la educación está valorada a niveles de necesidad social. Ha conformado nuestro pasado, conforma nuestro presente y conformará nuestro futuro como recurso para llevar una vida digna.

Lo cierto es que, no son conceptos tan antagónicos. Ambos los tenemos constantemente en nuestras vidas. Según el sociólogo Marshall Mcluhan, en torno al 1987 en su obra El medio es el masaje, concluyó que "El niño de hoy está creciendo absurdo, porque vive en dos mundos y ninguno de ellos le impulsa a crecer. Crecer; esta es nuestra nueva tarea; y ella es omniabarcante, total. La mera instrucción no basta”. La indirecta comparación es obvia: crecer es formarse, pero, ¿qué fuentes son acertadas para formar nuestro futuro más inmediato, que reside en los jóvenes? La publicidad es una de ellas.

Tienen en común dos pilares básicos del proceso educativo, como son la comunicación por objetivos (presente en la idea de transmitir un objetivo determinado y no al azar) y el interés por convencer (mediante vías lógicas en el aula y vías emocionales en los medios). Joan Forres, doctor y maestro en ciencias comunicativas de la Universidad Ramón Llul en Barcelona, nos transmite la idea de "considerar a la publicidad un modelo de enseñanza, el cual atrae audiencia (alumnos) y les convence de un mensaje (conocimientos)".


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